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Сообщения за ноябрь, 2013

Vacaciones terroríficas.

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Esta historia ocurrió un día agradable cuando mi madre y yo pasábamos las vacaciones en la casa de su amiga. Tenía once años . Paseamos delante de un lago pequeño donde siempre había muchas flores y muchos animales pequeños como ratones, lagartos y topos. Después volvimos a la casa. Había seis personas en la casa – la amiga de mi madre, su marido, sus dos hijos - un niño y una niña, mi madre y yo.   El marido de la amiga de mi mama nos dejó por toda la tarde porque tenía que ir a trabajar al día siguiente. Así que esa noche la tuvimos que pasar solos. La tarde la pasamos jugando a las cartas y charlando en casa sobre la vida. Después nos fuimos a las camas.   Estaba durmiendo en el segundo piso de la casa cuando de repente oí un extraño ruido desde abajo. Abrí los ojos y luego  oí un grito. Eso fue definitivamente un grito de  mujer y después ya dos mujeres estaban gritando. Bajé las escaleras, alguien encendió la luz y vi lo siguiente: tanto mi madre como  su amiga

Historia de mis vacaciones en España.

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El año pasado   yo   estaba de vacaciones   en   España.   Yo estaba con mi   esposa y mi hija.   Vivíamos en   una pequeña localidad de   La Manga   de Mar   Menor.   Todos los días íbamos a comer en   diferentes   restaurantes.   Uno de los   restaurantes estaba cerca del   mar y nos gustó especialmente.   Empezamos a ir   allí todo el tiempo.   Cada vez   que íbamos hablábamos   en voz alta    en ruso.   Con el camarero   nos comunicábamos   con gestos.   El   camarero no sabía   Inglés   y nosotros no   hablábamos   español.   Esto no nos impidió comer dos veces.   Llegamos   al restaurante   por tercera vez.   Nos sirvió   el mismo camarero.   Nos vio   y gritó   con alegría:  " ¡Ahora entiendo de  dónde eres!  ¡ Eres  portugués!"   Nunca pensé   que un español   podría pensar que   el idioma ruso   es  portugués. Nos reímos mucho . En Rusia, en general,   piensan   que el español   y el portugués   son muy similares,   como el ruso   y el   ucraniano.   Esta

Tres novelas cortas sobre mi viaje a Vietnam.

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1.         Cuando llegamos a hotel ya estaba todo oscuro. Nos alojamos en una cabaña enfrente del mar y escuchamos el ruido  de las olas grandes. Fui a ver el mar y llegué a la playa. La encontré muy estrecha, la arena estaba con montículos y cubierta con una vieja membrana plástica con bordes  que se movían en las olas. Incluso las sombrillas estaban dentro del agua a  tres o cuatro metros de la línea del oleaje. Creí que habíamos viajado  allí en vano.  Cuando volví a la cabaña le dije a mi mujer que la playa se la había llevado el mar y no había ni un trocito  para tomar el sol. Nos acostamos apenados. A la mañana siguiente nos levantamos y escuchamos que el ruido había desaparecido. Vimos el mar calmo, el cielo claro, el sol cariñoso y  la playa (¡milagro!) se había convertido en una playa muy ancha. ¡Estaba muy asombrado! Primero no pude concebir lo que ocurrió.  Y  después me acordé de que existía la  marea baja… 2.         Había una pobre aldea de pescadores ce
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Roma, 2009.  En junio de 2009 mis amigos y yo por primera vez viajamos a Roma por un fin de semana. Ninguno de nosotros  había estado antes allí.  El vuelo de nosotros era de noche, llegamos a las seis de la mañana a Roma, dejamos las cosas en el hotel y enseguida, sin descanso, nos fuimos a la playa. Todo el día andamos por lugares diferentes y en resumen nos encontramos por la noche en un restaurante cerca del Coliseo. En este restaurante nosotros tomamos unas copas y solamente a medianoche decidimos ir al hotel a pie. Según nuestros cálculos el hotel estaba a unos 10-15   minutos a pie del restaurante. Sin embargo, cuando pasaron ya unos 40 minutos y no habíamos llegado al hotel, comprendimos que nos habíamos perdido. Además no sabíamos ni el teléfono del hotel, ni el teléfono del taxi, no sabíamos siquiera la dirección del hotel, solamente su nombre. Puesto que llevábamos sin dormir más de 24 horas, uno de mis amigos, que se llamaba Den, comenzó a dormirse de pie. N

Algo más que una bicicleta.

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Cada verano de mi infancia yo, mi hermano y mi primo lo pasábamos  en un pueblo donde nació mi madre y donde vivía mi abuelita. Todos los habitantes de lugar sabían  que habíamos llegado porque nuestra abuelita decía con orgullo que habían llegado sus nietos de Moscú para ayudarle en la hacienda. Claro que llegábamos no sólo para trabajar, mejor dicho, para descansar antes de la escuela. En aquella época no había muchas cosas que tienen los niños de hoy. No jugábamos con un ordenador, no había  Internet y por la tele era bastante difícil encontrar algo interesante para los niños. Por eso pasábamos la mayor parte del tiempo al aire libre jugando y paseando. Aquel verano mirando a mis hermanes mayores decidí aprender  a montar en la bicicleta. Con mucho orgullo me entregaron una bici que se llamaba «Druzhok» (amiguito en español), la cual me “pasó en propiedad por  herencia” de mi hermano mayor y a él del otro hermano mayor (somos tres hermanos, y yo soy menor de los tres). La b

El mundo es un pañuelo.

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Cuando estudiaba en la Universidad, me alojaba en la residencia de estudiantes, en una habitación con la chica de Orel. Nos hicimos las mejores amigas de una vez. Teníamos mucho en común, además mis parientes vivían en Orel  también. Un día mi amiga mi preguntó dónde estaba situado la casa de mis parientes.  Respondí  que no recordaba… en algún sitio que se llamaba Mikrorayon. “O, mi tía vive allí” - exclamó mi amiga. Con el tiempo olvidamos  esa conversación. Algunos años más tarde yo hice una visita a Orel y de nuevo volvimos a este tema. Aclaramos que nuestros parientes habitaban en la misma calle… Yo había descrito  la casa y comprendimos que ¡la casa era la misma también! Esto se hacia interesante... Incluso yo telefoneé a mis padres para saber el número del apartamento de mis parientes. El número era 127. Y la tía de mi amiga vivía en al apartamento 128. Resultó que nuestras tías ya hace tiempo se contaban una a otra sobre sus sobrinas que estudiaban en la Universidad de

Las dificultades de la traducción.

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Es una historia que me pasó a mi en Cádiz donde fuimos con una amiga Septiembre pasado. Tengo que notar que a mi me encantó Cádiz, especialmente el océano, la gente muy amable, sus calles muy estrechas y calor que hacía. Cada día pasamos mucho tiempo en busca del camino por llegar al lugar en que queríamos. Ya lo sé porqué las mapas son libres y siempre hay en kioscos turísticos. Es increíble como duro es navigar en Cádiz!! Pero mi historia no es sobre eso. Estuve disfrutando cada minuto que había pasado allí. Y al fin del viaje cuando estábamos eligiendo los regalitos por nuestros amigos y compañeros de trabajo, encontré un libro de la historia de Cádiz. Me pareció genial que por fin vaya a saber un poco de historia de la cuidad que es muy difícil y interesante. El libro fue cerrado y no podía ver el contenido. Fue muy feliz porque ya encontré algo muy especial hecho en Cádiz -el mejor recuerdo! Pues entonces cuando lleguemos al nuestro hotel abrí el li

Perdida en las montañas.

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Quiero contar la historia de mi primer viaje a unas montañas. Yo y dos  amigas mías decidimos esquiar en los Alpes. Mis amigas sabían esquiar bien porque habían estado en las montañas muchas veces. Hasta aquel momento yo había esquiado una o dos veces en Moscú. Cuando subimos por el teleférico en las montañas yo vi la belleza de la naturaleza. Había el sol, la nieve brillaba, estaba muy contenta. Yo y mis amigas esquiábamos juntas, pero un momento más tarde ellas se fueron y las perdí. Me quedé sola. ¡Qué horror! Tenía mucho miedo. Me oriento mal en el espacio. Aquel momento no comprendía en qué parte de la montaña yo estaba porque habían muchas pistas para esquiar. Me dije: “¡Tranquila! ¡Piensa!”. Yo vi una cafetería un poco debajo de la montaña,  y fui allí. Afortunadamente había un mapa de la montaña en la cafetería. Yo pregunté a un hombre: “¿Dónde estamos?”, él me lo enseñó y entonces comprendí dónde estaba el camino al hotel. Ese día no esquié más, volví al hotel

"La rama verde".

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Cuando era pequeño, me ocurrió una cosa alegre y al mismo tiempo un poco triste. Yo estudiaba en la escuela. Como de costumbre, antes de salir, mi madre me preparó la comida. Durante del desayuno hablábamos sobre mis notas, asignaturas etc. De repente le pregunté a mi madre si te dolía cuando te rompías un brazo. Me contestó: "Si quieres, pruébalo". Después de la comida, salí de casa y fui hacia a la escuela. Como siempre, antes de entrar en clase, mis amigos y yo, fugábamos en la cancha junto a la escuela. Subí a un obstáculo e intenté saltar a otro. Pero, desgraciadamente, sufrí un fracaso y me caí. Sentí un dolor ligero. Me levanté, limpié mi traje y fui a la escuela. Si no me equivoco, era  viernes. Teníamos clases difíciles, también teníamos que escribir un dictado. Cuando volví a casa, conté todo a mi madre. Como era médica, miró mi brazo con cuidado y lo tocó. Después me dijo que podía ser mi brazo se había roto. Nosotros fuimos al hospital para hacer una

Cuarto de colores.

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Cuando era pequeña, era una chica muy traviesa. Una vez cuando tenía tres años mi madre me pidió ayudarle a limpiar nuestra casa: limpiar los espejos  en su dormitorio y poner orden en el armario. ¡Quería ayudarle con mucho gusto! Me pareció que su dormitorio era aburrido, todo era de color blanco. Decidí hacer una sorpresa a mi madre y decorar su habitación. Como no sabía pintar y no tenía acuarela, tomé la decisión de usar las cosas de diferentes colores que podía encontrar alrededor. Antes de empezar a hacer la limpieza había tenido el almuerzo y había visto en el frigorífico  condimentos diferentes de colores muy bonitos y brillantes. Se me ocurrió la idea genial de colorear el dormitorio de mis padres con esos condimentos. Al final me gustó mucho : la habitación se convirtió en un lugar muy bonito, la cama era de color rojo (del Ketchup) y las paredes de  colores verde y rosado (de la mostaza y del rábano con tomates). Después decidí lavar los espejos. Desgraciadamente